9 de mayo de 2011

Reportaje a Ernestina Pais

"...no es común en la televisión que una mina diga abiertamente que le gusta el sexo, que le gusta comer, que no está todo el día a dieta, que no se preocupa por como tiene las tetas pero a la vez le gusta ser sexy; ese personaje es difícil de etiquetar, sobre todo para los hombres..."

Reportaje realizado en noviembre de 2010
Nota de tapa en El Planeta Urbano de Diciembre 2010

Lo blanqueo: hacerle un reportaje no es una tarea difícil.  Ernestina es verborrágica; responde con convicción desde ese bozarrón claro y sólido que la caracteriza; dispara nuevos temas; una nota con Ernestina no puede ser aburrida. Nunca.

-Primero como fotógrafa y luego como directora de los Inrockuptibles, junto a Juan Di Natale, tuviste tu paso por el periodismo gráfico, ¿cómo fue esa experiencia?
Yo quiero a cualquiera que edite una revista porque es el origen de todo periodismo;  la gráfica es el único lugar donde reflexionás sobre lo que decís; tenés la posibilidad de investigar, de citar fuentes. El periodismo que va a la gráfica genera concentración, reflexión y tiempos diferentes. El clima de una redacción estimula al periodista. Ahí estás en contacto con todas las partes que hacen al periodismo, desde los editores hasta los pibes que plantan la página para ir a imprenta; toda la cadena de producción periodística adelante tuyo. Es una escuela impagable.

-¿Y que te parecen los nuevos formatos y temáticas, como la revista THC?
La THC se ha tomado el tema de la cultura canábica seriamente y la sacó del boludeo del consumo, que era algo que iba en contra de esa historia. Si vamos a decir que la marihuana es la puerta para otras drogas, el alcohol, sin lugar a dudas, también lo és. Una persona alcoholizada al volante es muy peligrosa; hay pibes que se cagan la vida. Conozco gente que se ha muerto de cirrosis y no conozco ninguna que se haya muerto por una sobredosis de marihuana. En ese sentido, es una revista que habla de políticas de salud, de estado, de prevención, y de reducción de daños.
Más que la marihuana, me preocupa muchísimo lo que pasa con la mafia de los medicamentos y no hablo puntualmente de la efedrina, sino de la mafia que te mete en la cabeza que los necesitás. Naturalizás un consumo extremo de drogas legales. La auto-medicación, le caga la vida a un montón de gente. Esa gente maneja, esa gente es tu jefe en tu trabajo, es tu novio, tu papá, tu mamá, está en todos lados.
Radio y Televisión.
-¿Cómo organizas los tiempos, y ordenás tu cabeza cuando haces tele a la noche y a primera hora de la mañana arrancás con la radio?
Me levanto a las 6 am y con el programa a la noche me duermo una siesta. No me resulta un problema el tema del sueño, me gusta mucho la mañana. Así como creo que la gráfica es el origen y la escuela del periodismo, también creo que el horario de 6 a 9 de la mañana es el horario de la radio. Agarrás todo cuando está creciendo, el coletazo de la noche, la noticia misma.
-¿Y con la tele como te llevás?
La tele es otra cosa, tiene un poder espectacular. La imagen como prueba es importante muchas veces.
-¿Pero ese poder no tiene también sus contras?  
Si. Tiene otras cosas bastante jodidas como que es una mega-industria. No reniego de la tele, hablo de las cosas que son difíciles de llevar, como que entiendan la competencia como el único objetivo y no como una característica más. Creo que hay otras maneras de ganar una competencia.

-¿Por ejemplo?
Peleando por un contenido, diciendo: -yo me mantengo acá, al otro este año le tocó ser número uno pero sé que soy la otra opción clara y tengo que defender esa opción.-  
-Sin caer en el cliche de que manejás “un estilo propio”, ¿creés que ocupás un rol singular en la televisión?
Puede ser... no es común en la televisión que una mina diga abiertamente que le gusta el sexo, que le gusta comer, que no está todo el día a dieta, que no se preocupa por como tiene las tetas pero a la vez le gusta ser sexy; ese personaje es difícil de etiquetar, sobre todo para los hombres...
En una oportunidad, para los Martín Fierro, compartiste la terna con Mirtha (Legrand) y Susana (Gimenez). Con todo respeto ¿no te pareció bizarro?
(Larga una carcajada) Cuando me vi ternada con Mirtha y Susana dije “algo hice mal”, ellas tienen un concepto que yo no tengo sobre la televisión, que es entregar su vida. Estar obligada a tu público, estar siempre impecable, contar tus bienestares y malestares emocionales. Yo no creo que esté obligada a eso, tengo otra escuela. Para mí era raro porque eso era el mundo televisivo y no me sentía parte.  Hasta que me di cuenta que sí.
Hoy estoy súper agradecida del trabajo que tengo. La paso muy bien, me estimula mucho el contacto con la gente. incluso era así antes de trabajar en la tele; cuando era chica, me escapaba de mi casa a las dos de la mañana para dar vueltas por mi barrio y me colgaba hablando con cualquiera.

-¿Cómo te contactaron para hacer CQC?, un programa hasta ese momento impensado para una conducción femenina.
Nos conocimos con (Diego) Guebel en una cena por el día del periodista. Estuvimos charlando toda la noche de la vida, y saliendo a buscar mi auto, me dice: “estoy pensando que el próximo conductor de Caiga sea mujer”. La gente ni sabía que Mario (Pergolini) se iba.  Y yo tenía tal negación con el tema que le dije “¡muy buena idea!” y me fui, jamás lo tomé como una indirecta. Me dijo “en un mes y medio te llamo” y ahí caí. Era lógico lo que planteaba, hubiera sido yo u otra, pero poner una mujer era una salida inteligente. Y al mes y medio clavado, como todo obsesivo, me llamó, nos reunimos, me dibujó un escritorio con tres sillitas, marcó la del medio y me dijo: “¿Ves ésta? Acá quiero que te sientes”.
-De todas formas tenías buenos antecedentes en ocupar puestos pesados, ¿Cómo fue tomar las riendas de “Mañanas Informales” luego de la muerte de Guinsburg?
Mañanas Informales fué un programa mágico, por el grupo de trabajo, y por verlo a Jorge (Guinsburg) laburando en vivo. Fue una gran escuela, como siete programas en uno. El año anterior a su muerte estuvo seis meses fuera del programa. En ese momento, yo tenía la situación de terminar el programa y llamarlo o ir a la casa y preguntarle qué vio. Él era alguien que realmente sabía de televisión. Nosotros arrancamos un año donde el canal 13 tenía una pantalla muy fría. A la semana y un poco más, Jorge hizo un análisis de la rutina, cambió tres o cuatro cosas, movió unas piezas de lugar, y empezamos a subir.
Al tercer año empezamos con el minuto a minuto, una herramienta difícil de manejar porque era nueva, la gente se desesperaba. Jorge y Guebel son las dos únicas personas a las que no les interesaba, sólo les importaba saber si habíamos hecho un buen programa o no. Eso en televisión es imposible de encontrar.

-¿Qué podés destacar de lo que aprendiste con Guinsburg?
Algo que aprendí de él es el método: nunca llegar improvisado; porque la improvisación se nota. Vos tenés que saber 100 para mostrar 1, pero ese 99 por ciento se nota...
El Yin y el Yan
Yendo al terreno de la política ¿cómo ves esta polarización K y anti K? ¿Lo ves productivo?
Creo que no sirve porque no se escuchan, pero hay cosas que están buenas. Creo que ahí hay algo… Durante mucho tiempo, sobre todo en los 70, hubo una polarización muy grande en la Argentina.  La gente quedó con una reticencia a la militancia. En algún punto está bueno recuperar eso, la sensación de ponerse una bandera o una idea está bueno.  Defender una idea que te movilice. Después, estar a favor o en contra, no sumó nunca. El gran problema es la no profundización, porque defender una idea te exige profundizarla. Y ahí hay cierta vagancia del “factor argento”.
-Definime el “Factor Argento”
Tanto en el fútbol como en las votaciones nos encantan esos personajes que parece que vinieran de otro planeta a salvarnos. Eso genera un pasivo muy importante. Está bueno creer que existe Superman pero eso hace que vos creas que cualquier cosa que pasa, viene Superman y te va a salvar, y no es así. Las cosas se construyen con trabajo diario, con compromiso, con laburo. Es un país que genera fenómenos contrapuestos todo el tiempo. Somos extremos en todo. Tenés geniales, tenés mediocres, la cagada es que unos se confunden con otros. Me gustaría que se profundizara el debate, que la gente se interese por los temas, que se profundice en la discusión, no que sólo sea una cuestión de hinchadas. La gente compra o deja de comprar según cuán convincente sea el que dice las cosas. Me parece que hace falta conocer un poco más los problemas de los cuales estamos hablando. La educación en ese sentido es fundamental.
Y ahí venimos mal…
El tema de la educación es tremendo. Me llama la atención, no lo puedo pensar como estrategia porque como tal es muy cruel. De los que tuvieron acceso a la educación privada te lo puedo entender, pero me cuesta pensar que gente que se formó en una universidad pública, muchos de los cuales hoy son dirigentes, no tomen acciones urgentes y salven de la muerte a la educación pública.
En todo caso, hay una situación un poco facha, si ante el problema de la inseguridad lo primero que se piensa es “mátenlos”, en vez de pensar comida, educación, salud, ¿hay algo más inseguro que nacer en una villa, sin educación, sin seguridad social, cuando viven veinte en un habitación? Nosotros le tenemos miedo a las villas ¡pero vivir en una villa es inseguridad!. Hay muchos conceptos que están corridos. Yo no puedo hablar desde afuera, trato de hacer desde mi lugar lo mejor que puedo, no estoy afuera de eso.
¿Creés en Dios?
No, pero creo que sin lugar a dudas uno condiciona que la actitud atraiga o rechace claramente. Si me preguntás cuando estoy mal, le hablo a Jorge o a mi papá, pido disculpas, pido permiso, pero no le hablo a Dios. Soy idealista en un punto. Creo que es la única manera de vivir, siempre hay algo que podés cumplir.
- Y suponiendo que hay un Dios y te dice: “estoy encantado con vos” y te dá la posibilidad de tener la vida ideal ahora mismo. ¿Qué hacés?
Esto es algo que tengo pensado bastante. Así que más que vida ideal, haría una especie de conclusión de vida, sería así: Me imagino siendo una señora grande, bastante “choborra”, una gorda que le guste comer y comer, nada light. Y reuniría a todos los que quiero en una gran mesa, bajo un árbol, con los padres de mis hijos (uno hasta ahora y podré sumar algún otro), con sus nuevas mujeres, toda la familia reunida en un brindis. Me imagino la situación de haber generado amor y rodearme de él. Todos juntos, algunos preparando el asado y otros jugando un picadito, mientras me duermo un siestón a la sombra....

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